Conocer cómo funciona la biodiversidad y sus interacciones con el medio es clave para entender la importancia de cuidar los ecosistemas. Y es que no contar con ecosistemas saludables repercute en nuestro equilibrio medioambiental perjudicando seriamente la salud de nuestro planeta y, particularmente, la del ser humano.
En primer lugar, es importancia conocer qué es un ecosistema. Pues bien, la Organización de Naciones Unidas lo define como un conjunto de componentes vivos (animales, plantas, microorganismos) y no vivos (suelo, clima…) que interactúan como unidad funcional en una zona determinada.
Pero está definición no siempre ha sido así. Ya en el siglo XVIII se buscaba definir al conjunto de organismos y hábitats del planeta. En 1930 se acuñó el primer concepto aproximado de lo que es un ecosistema, pero este solo tenía en cuenta a los seres vivos y el medio en el que habitan.
Por aquel entonces, no se hablaba de la interacción entre los individuos y el entorno. Sin embargo, la naturaleza es mucho más que un conjunto de organismos. Por eso, en 1935 cuando Arthur George, botánico y ecólogo, propuso una definición mucho más aproximada a lo que entendemos ahora por ecosistema. En ella, ya se empieza a hablar de las diferentes interacciones que tienen los organismos con el entorno y cómo la naturaleza tiene la capacidad de adaptarse a las circunstancias que en ella ocurren.
2021 adquiere un carácter especial con respecto a los ecosistemas. Y es que el 5 de junio, coincidiendo con el Día Mundial del Medio Ambiente, se pone en marcha el Decenio de las Naciones Unidas sobra la Restauración de los Ecosistemas. Esta iniciativa surge a partir de que los expertos medioambientales hayan determinado que los próximos diez años serán fundamentales para prevenir, detener y revertir la degradación ambiental que sufren los diferentes entornos naturales.
Es momento de reflexionar y tomar conciencia. Si no somos capaces de cuidar y proteger nuestra naturaleza, podría volverse en nuestra contra. Evitar esto es tarea de todos. Por lo que, este decenio nos brinda la oportunidad de devolver la vida al mundo natural. Una vida que nos sustenta a todos y que, sin ella, no podríamos avanzar hacia un planeta más sostenible y equitativo.
Además, cuidar los ecosistemas se traduce en apostar por el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos en la Agenda 2030. Es luchar contra la pobreza, mitigar los efectos de la crisis climática, garantizar la seguridad alimentaria y conservar nuestra biodiversidad.
Pero no solo eso, disponer de entornos naturales sanos nos ayuda a proteger uno de los recursos más valiosos del planeta: el agua. Y es que, precisamente, ecosistemas como los bosques, praderas o humedales tienen una función muy importante en el ciclo mundial del agua.
Cada ecosistema tiene una función vital en el planeta. Los bosques, manglares y turberas son almacenes naturales de carbono que pueden absorber un tercio de las emisiones del planeta. Los suelos proporcionan alimentos por lo que dependiendo de su estado estos podrán ser de mayor o menor calidad. Y los mares y océanos no solo albergan una gran variedad de especies, sino también actúan como reguladores de nuestro clima.
Por estas y más razones, desde Fundación Aquae te animamos a tomar conciencia y firmar la paz con la naturaleza. Porque la solución esta en nosotros. A continuación, compartimos algunas recomendaciones para proteger y conservar los diferentes ecosistemas:
“Una vez que una especie se extingue ninguna ley puede hacerla regresar”. Así lo manifestó el ecólogo, Allen M. Salomon. Las especies animales y vegetales son las más perjudicadas y que más sufren la degradación de nuestra naturaleza. Y el ser humano es el principal responsable de esto.